Pisando Firme

Solar. Felix OropezaPISANDO FIRME

“Suol” es un término muy antiguo que se refiere a la parte de abajo del calzado, es decir, la “suela”, y de suela viene suelo, y de suelo “solar” que, por razones de ubicación, se opone a “solar” de Sol, que más bien viene a darle a uno en el cogote y en la mera testa. Solar, entonces, es un espacio marcado por lo que se pisa con la suela, y en muchísimos casos con la mera planta del pie. Por su lado, aburrido viene de “abhorrere” que significa algo así como “sin ponerse los pelos de punta”. Sugiere estar sin estímulo. También nos evoca una cotidianidad tan cuadrada, tan sabida que ni se sufre ni se padece.

Estas procedencias lingüísticas alcanzan a tener sentido cuando nos encontramos con un espacio escénico nuevo (en el TTC) que pisan unos bailarines, dando cuenta de unas condiciones físicas muy bien afinadas, igual que su sentido del ritmo, de la armonía y de la entrega. Logran conmover al público, sacarlo de la abulia por su frescura, su alto sentido del cuerpo como herramienta estética y porque bailan alcanzando expresiones y modos que, evidentemente, le son propias y, sobre todo, significativas. La calle, lo urbano, la violencia, la ternura, el amor, la soledad no se desdicen, se amalgaman, construyen un cuerpo para esa nueva mixtura y sentido ético de la vida.

Por su lado, el trabajo de Félix Oropeza podría calificarse como la coreografía del riesgo. Porque el tiempo en que se está frente al espectáculo uno ve que todo se pone en peligro.

Comenzando por los parámetros clásicos de danza contemporánea. El equilibrio escénico es, a veces, muy precario y nunca deja de ser armónico. Los desplazamientos en grupos son muy divertidos y amenazan con partirle la testa (o el cogote) a cualquiera que se descuide. El espacio se vacía en varias oportunidades amagando con volcar desastrosamente el escenario a uno u otro lado, pero esto no ocurre. Vemos, permanentemente, componer y descomponer escenas que nos dicen cosas cercanas, casi anecdóticas; siempre derrochando energía e impidiendo el aburrimiento, no solo del espectador sino del hecho de danzar.

El solar de los aburridos es una puerta abierta a formas auténticas de moverse en el escenario como bailarín, actor, director, coreógrafo, dramaturgo, escenógrafo, musicalizador, músico, etc.

Se agradece este trabajo que, entre otras cosas, es una conminación a hacerlo bien y con mucha seriedad cuando se trata de encaramarse en un escenario, solar, piso o como se quiera llamar a ese espacio que se hace mágico solo si hay magia.

Por Rodolfo Porras

 

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